¿QUé FUERZA TIENE LA ECONOMíA INDIA?

Se prevé que dentro de seis semanas Narendra Modi consiga un tercer mandato como primer ministro de la India, con lo que consolidará su posición como el dirigente indio más importante desde Nehru. El éxito electoral de ese hijo de un vendedor de té refleja su habilidad política, la potencia de su ideología nacionalista hindú y su erosión de las instituciones democráticas. Sin embargo, también refleja la sensación entre los votantes corrientes y las élites de que aporta prosperidad y poder al país. 

La India de Modi es un experimento sobre el modo de enriquecerse en medio de la desglobalización y bajo la batuta de un hombre fuerte. El hecho de que el país pueda crecer con rapidez y evitar malestares en los próximos 10-20 años marcará el destino de 1.400 millones de personas y la economía mundial. La fórmula de Modi está funcionando... hasta cierto punto. Ahora bien, existen dudas acerca de si el éxito indio perdurará y si depende de que él permanezca en el poder. 

La India, el país de gran tamaño con el crecimiento más rápido del mundo, se expande a un ritmo anual del 6-7%. Los datos recientes indican que la confianza del sector privado se encuentra en su nivel más alto desde 2010. El país ya es la quinta economía mundial y podría ocupar en 2027 el tercer puesto, por detrás de Estados Unidos y China. La influencia de India se manifiesta en formas nuevas. Las compañías estadounidenses tienen ahí 1,5 millones de empleados, más que en cualquier otro país extranjero. Su mercado de valores es el cuarto más valioso del mundo, mientras que el aeronáutico ocupa el tercer lugar. Las compras indias de petróleo ruso mueven los precios mundiales. El aumento de la riqueza significa un mayor peso geopolítico. Después de que los hutíes interrumpieran la circulación por el canal de Suez, la India desplegó diez buques de guerra en Oriente Medio. Tanto el presidente Joe Biden como Donald Trump la han cortejado sin poner en duda que siga siendo un agente independiente. 

En 2027, la India podría ser la tercera economía mundial

Si lo que uno busca es “la próxima China” (un milagro impulsado por la industria manufacturera), no es la India. El país se desarrolla en un contexto de estancamiento del comercio de mercancías y de automatización de las fábricas. Por lo tanto, necesita ser pionero en un modelo de crecimiento nuevo. Uno de sus pilares resulta familiar: un programa masivo de infraestructuras para cohesionar un inmenso mercado único. La India tiene 149 aeropuertos, el doble que hace una década, y añade cada año 10.000 kilómetros de carreteras y 15 gigavatios de capacidad de energía solar. Algunas de esas infraestructuras son intangibles, como los pagos digitales, los mercados de capitales y los bancos modernos, así como un sistema fiscal digital unificado. Todo ello permite a las empresas explotar las economías de escala nacionales. 

Un segundo pilar, y más novedoso, es la exportación de servicios, que ha alcanzado el 10% del PIB. El comercio mundial de servicios sigue creciendo y las empresas indias de tecnología de la información han creado “centros de capacidad global", centros que venden a las multinacionales I+D y servicios en ámbitos como el legal y la contabilidad. Sin embargo, a pesar de sus deslumbrantes campus tecnológicos, la India sigue siendo una sociedad semirrural. Eso explica el último pilar del modelo económico, un nuevo tipo de sistema de bienestar mediante el cual cientos de millones de indios pobres reciben transferencias y pagos digitales. Los nuevos datos indican que la proporción de la población que vive con menos de 2,15 dólares al día a precios de 2017 (una medida global de la pobreza) ha caído por debajo del 5% desde el 12% de 2011. 

¿Qué reconocimiento merece Modi? Sus políticas de mayor éxito se basan en el programa liberal surgido en la India en las décadas de 1990 y 2000, pero eso no tiene nada de malo. Merece reconocimiento por lograr sacar adelante reformas estancadas, supervisar personalmente las decisiones clave y someter a los renuentes y los detractores en el aparato burocrático. Algunos dicen que ha fomentado el capitalismo clientelar. Sin embargo, aunque algunas grandes empresas obtienen favores, la concentración empresarial está disminuyendo, la corrupción ha menguado y las empresas cuentan con una rica diversidad. Modi, un cruce entre un director ejecutivo y un populista, disfruta tanto con las presentaciones hechas con PowerPoint como con los mítines. Si logra ganar cinco años más, la India seguirá creciendo con fuerza. También lo hará su clase media: 60 millones de personas ganan más de 10.000 dólares al año; en 2027, serán 100 millones, según calcula Goldman Sachs, un banco que ahora tiene el 20% de su personal en la India. 

Creación de un empleo masivo para sostener el crecimiento de la economía

Con todo, la India se enfrenta a un problema de proporciones enormes. De una población de 1.000 millones de personas en edad de trabajar, solo unos 100 millones tienen empleos formales. El resto está atrapado en su mayoría en trabajos ocasionales o en el desempleo. Los humildes orígenes de Modi lo ayudan a dirigirse a esas personas. Para absorber parte de la mano de obra disponible, está recurriendo a un plan estatal de incentivos que promueve la industria manufacturera. De todos modos, aunque el plan alcance sus objetivos, sólo creará 7 millones de puestos de trabajo. La iniciativa del presidente Xi Jinping para lograr un aumento de las exportaciones chinas no hará sino dificultar la tarea. 

La economía india debe generar un empleo masivo para sostener su crecimiento. Una senda sería un sector de tecnología de la información más grande que actúe como nodo de un mundo en proceso de digitalización y un clúster de sectores exportadores, incluidas las finanzas digitales, la alimentación y la defensa (donde serían de ayuda unos vínculos más fuertes con Estados Unidos). El gasto de los trabajadores de esos sectores crearía a su vez más puestos de trabajo en otros sectores, desde la construcción hasta la hostelería. Un mercado interior único y eficiente aumentaría la productividad general, y unos servicios sociales bien orientados podrían ayudar a los que queden más rezagados. Para ello, la India tendría que transformar la educación y la agricultura, y permitir una emigración mucho mayor desde el populoso norte hasta las grandes ciudades del sur y del oeste. 

Juzgado por esos criterios épicos, Modi tiene muy poco que decir. Su Partido Popular Indio (BJP) tiene algo de talento y 4 algunas ideas, pero se centra sobre todo en la ideología y el ataque a los musulmanes. Un creciente antiliberalismo ha reprimido la oposición política y la libertad de expresión. El hecho de que las compañías teman a Modi puede explicar por qué no se ha disparado aún la inversión. El proceso de preparar a la población para un enorme cambio social en la década de 2030 apenas ha comenzado. Rehacer la educación, las ciudades y la agricultura requerirá la cooperación de los gobiernos estatales que no están dirigidos por el BJP y de los grupos sociales que se exponen a la disrupción, pero la política disgregadora de Modi ha distanciado a muchos de ellos. 

¿El Lee Kuan Yew de la India o su Erdoğan? 

La cuestión para la India y su gran economía no es si Modi gana o no gana, sino si evolucionará. A sus 73 años, puede que su capacidad de gestión se desvanezca. Para crear un nuevo programa de reformas a la altura del surgido en la década de 1990 y fomentar una economía del conocimiento próspera que recompense a la gente por pensar por sí misma, tendrá que moderar sus impulsos autocráticos. Para atraer más inversión local y extranjera y encontrar un sucesor con mentalidad de crecimiento, su partido deberá refrenar su política chovinista. De lo contrario, la misión de renovación nacional de Modi no estará a la altura de las promesas. 

© 2024 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved Traducción: Juan Gabriel López Guix

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