IMPUESTOS, RICOS Y LAMBORGHINIS

El pasado miércoles el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparecía para abrir el curso político, mientras la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, lo hacía en el Senado para explicar el acuerdo ERC-PSC. Sánchez, entre otras cuestiones señaló que: "el Ejecutivo va a seguir avanzando hacia una fiscalidad más progresiva, con impuestos que graven más a quienes más tienen". Por otra parte, ambos insistieron en que todas las CCAA se verán beneficiadas por esta "nueva mirada" a la financiación autonómica que supone el acuerdo ERC-PSC.

Como señaló María Jesús Montero, "lo que está en el acuerdo es lo que está en el acuerdo", "y lo que no está es lo que no está". Pues bien, el acuerdo recoge literalmente un "aumento sustancial de la financiación de la Generalitat". Uno podría pensar que este aumento tendría que suponer una reducción de los recursos de las demás CCAA. Sin embargo, en lo que parece una cuadratura del círculo, todas las CCAA supuestamente percibirían más ingresos. Y esto, a primera vista, parece complicado porque el sistema de financiación autonómica es un sistema de reparto de la recaudación de los impuestos.

Pero, si se aumentan los impuestos, quizás esto se podría hacer sin necesidad de que el Gobierno Central tuviese que recortar en sus políticas, como Defensa, Seguridad Ciudadana… y pensiones. Recordemos que las pensiones no sólo se pagan con cotizaciones sociales, sino también con impuestos. En los últimos presupuestos, las transferencias a la Seguridad Social desde la Administración General del Estado ascendieron a casi 40.000 millones de euros en concepto de "gastos impropios".

El principal problema de cualquier subida de impuestos es que es muy impopular, salvo que la pague otro. Por eso, los impuestos menos impopulares son los impuestos a los "ricos". El problema es definir qué es eso de ser rico. Uno puede considerar que rico es todo aquél que gana, anualmente, 100 euros más que yo. El problema es que ese concepto es subjetivo y variable. Y, sobre todo, que por ese sistema no se puede financiar un Estado. Por supuesto, aumentar los impuestos a los "que tienen en el banco dinero que no se podrán gastar en 100 vidas" no parece sonar mal. Pero la pregunta es si eso permite una recaudación significativa. Les adelanto la respuesta, no. Y no porque el sistema fiscal no sea progresivo, sino porque hay muy pocos ciudadanos que tengan tanto dinero en el banco.

La progresividad en nuestro sistema fiscal se concentra en el IRPF. Es un solo impuesto, pero es de lejos el más importante y recaudatorio. El año pasado recaudó más de 110.000 millones de euros. Para que nos hagamos una idea otros impuestos como Patrimonio o Grandes Fortunas han dado una recaudación (en 2022) de 1.400 millones o 600 millones de euros. Pues bien, según datos del Banco de España, el 10% que más aporta en el IRPF pagó el 55,2% de la recaudación total. Esto quiere decir que más de la mitad del impuesto más recaudatorio, lo soporta el 10% de los contribuyentes más ricos, o que más declaran, por ser exactos. El problema es que sólo un porcentaje ínfimo de ese 10% es el que tiene un saldo en el banco que no se puede gastar en toda su vida.

Algunas cifras pueden aclarar un poco. De los casi 23 millones de declarantes del IRPF en 2022, sólo 15.186, menos del 0,007% de los contribuyentes, declararon haber ganado más de 601.000 euros. Sólo algo más del 5% de los declarantes del IRPF habían declarado una renta superior a 60.000 euros anuales. Esto quiere decir que en el 10% que más gana, hay contribuyentes que ganan menos de 60.000 euros. Obviamente, un ciudadano que tiene una renta de este nivel está por encima de la media, pero dista muchísimo del concepto que todos tenemos de rico, o por lo menos del mío.

Lo más comentado de la intervención del presidente fue el eslogan de "Más autobuses públicos y menos Lamborghinis". En mi opinión, aunque ésta es una cuestión que tiene mucho de ideológica, el objetivo tendría que ser aumentar esta renta media y no tanto reducir el número de ultrarricos, aunque sólo sea porque España no tiene un problema con su número, al menos comparado con otros países. Si lo medimos, siguiendo el ejemplo del presidente, en número de Lamborghinis, en España se vendieron el pasado año 46 Lamborghinis, mientras que, en Estados Unidos la cifra fue de unos 3.000, con una población unas siete veces la de España. Es decir, en España, en proporción a la población, hay un Lamborghini por cada diez en Estados Unidos.

Si lo llevamos al ámbito fiscal, esta metáfora puede resultar útil. Si gravamos la compra de estos vehículos con un millón de euros cada uno, no nos daría ni para dar 1 euro a cada español. Pero lo peor de todo, es que no se venderían 46 vehículos, sino ninguno, porque los compradores se decantarían por otro coche. Esta "curva Lamborghini" sería el equivalente de la curva de Laffer en los impuestos directos. Y al final, cuando se quiere obtener una recaudación de impuestos mínimamente relevante hay que acabar gravando todos los coches, incluyendo el Dacia Sandero, que es el modelo más vendido en España.

Si se quiere aumentar de forma importante la recaudación proveniente de los que más ganan, lo que es un objetivo legítimo, que se puede compartir o no, entonces la prioridad tendría que estar en los que no declaran correctamente, o bien en los agujeros del sistema fiscal. Por poner un ejemplo fácil, si un contribuyente con elevadísimas rentas cambia su residencia a un territorio de bajísima tributación, entonces esquivará el IRPF español. Imaginemos que el contribuyente de verdad se traslada a este territorio. Pues bien, si el territorio estuviese en la lista de paraísos fiscales, este contribuyente aun así tendría que tributar en España. Por supuesto, si no se traslada y finge su residencia, entonces de los que estamos hablando es de fraude fiscal.

Para todo esto, para intentar que los ricos paguen sus impuestos de forma justa, no existe nada más contraproducente que fragmentar la Agencia Tributaria, que es una consecuencia ineludible del pacto ERC-PSC, inspirado en los sistemas de concierto y convenio. La materia prima del sistema fiscal es la información. Si esta información no se centraliza y no se tiene disponible, entonces las autoridades fiscales no conocen la situación económica de los contribuyentes, con lo que el fraude se dispara. Además, el coste de recaudación aumenta sustancialmente, y esto también hay que pagarlo. Y como es más difícil y complicado cobrar los impuestos a los ricos, los que acaban pagando son "los de siempre".

España no es un emirato petrolero. En un país de clases medias, no se pueden obtener recursos fiscales significativos sin que haya un aumento de impuestos que paguen la mayor parte de los ciudadanos. Y, como siempre, toda situación es susceptible de empeorar. Disminuir, o incluso, eliminar la solidaridad de las CCAA más ricas, no hace más progresivo el sistema fiscal en su conjunto, sino todo lo contrario. Fragmentar la Agencia Tributaria del Estado aún menos, porque un sistema fiscal vale en la medida en que vale su Administración Fiscal, que fragmentada vale mucho menos. Necesitamos reformar y actualizar el sistema fiscal, y también el reparto territorial de los impuestos, lo que es la financiación autonómica. Pero, habría que hacerlo con algún consenso, de forma multilateral, y, sobre todo, sin confiar en soluciones mágicas, como que "los ricos", pagando más impuestos, van a pagar el coste y las ineficiencias de cualquier "reforma" que se nos pueda ocurrir.

2024-09-07T05:20:12Z dg43tfdfdgfd